miércoles, 5 de abril de 2017

PARA LEER TEXTOS EXPOSTIVOS

TEXTO 1
La teoría más conocida sobre el origen del universo se centra en un cataclismo cósmico sin igual en la historia: el big bang. Esta teoría surgió de la observación del alejamiento a gran velocidad de otras galaxias respecto a la nuestra en todas direcciones, como si hubieran sido repelidas por una antigua fuerza explosiva.
Antes del big bang, según los científicos, la inmensidad del universo observable, incluida toda su materia y radiación, estaba comprimida en una masa densa y caliente a tan solo unos pocos milímetros de distancia. Este estado casi incomprensible se especula que existió tan sólo una fracción del primer segundo de tiempo.
Los defensores del big bang sugieren que hace unos 10.000 o 20.000 millones de años, una onda expansiva masiva permitió que toda la energía y materia conocidas del universo (incluso el espacio y el tiempo) surgieran a partir de algún tipo de energía desconocido.
La teoría mantiene que, en un instante (una trillonésima parte de un segundo) tras el big bang, el universo se expandió con una velocidad incomprensible desde su origen del tamaño de un guijarro a un alcance astronómico. La expansión aparentemente ha continuado, pero mucho más despacio, durante los siguientes miles de millones de años.
Los científicos no pueden saber con exactitud el modo en que el universo evolucionó tras el big bang. Muchos creen que, a medida que transcurría el tiempo y la materia se enfriaba, comenzaron a formarse tipos de átomos más diversos, y que estos finalmente se condensaron en las estrellas y galaxias de nuestro universo presente.
Orígenes de la teoría
Un sacerdote belga, de nombre George Lemaître, sugirió por primera vez la teoría del big bang en los años 20, cuando propuso que el universo comenzó a partir de un único átomo primigenio. Esta idea ganó empuje más tarde gracias a las observaciones de Edwin Hubble de las galaxias alejándose de nosotros a gran velocidad en todas direcciones, y a partir del descubrimiento de la radiación cósmica de microondas de Arno Penzias y Robert Wilson.
El brillo de la radiación de fondo de microondas cósmicas, que puede encontrarse en todo el universo, se piensa que es un remanente tangible de los restos de luz del big bang. La radiación es similar a la que se utiliza para transmitir señales de televisión mediante antenas. Pero se trata de la radiación más antigua conocida y puede guardar muchos secretos sobre los primeros momentos del universo.
La teoría del big bang deja muchas preguntas importantes sin respuesta. Una es la causa original del mismo big bang. Se han propuesto muchas respuestas para abordar esta pregunta fundamental, pero ninguna ha sido probada, es más, una prueba adecuada de ellas supondría un reto formidable.



TEXTO 2
Nuestra galaxia, la Vía Láctea
La Vía Láctea que podemos ver en el cielo nocturno es en realidad sólo uno de los brazos espirales de nuestra propia galaxia, que toma, por extensión, el mismo nombre. Nuestra galaxia es una agrupación de unos 100.000 millones de estrellas en forma de espiral o girándula, cuyas dimensiones se estiman en torno a los 100.000 años-luz y cuyo disco central tiene un tamaño de 16.000 años-luz. La Vía Láctea, también llamada en España Camino de Santiago, puede observarse a simple vista como una banda de luz que recorre el firmamento nocturno, que Demócrito ya atribuyó a un conjunto de estrellas innumerables tan cercanas entre sí que resultan indistinguibles. En 1610 Galileo, usando por primera vez el telescopio, confirmó la observación de Demócrito. Hacia 1773 Herschel, contando las estrellas que observaba en el firmamento, construyó una imagen de la Via Láctea como un disco estelar dentro del cual la Tierra se encuentra inmersa, pero no pudo calcular su tamaño. En 1912 la astrónoma Henrietta Leavitt descubrió la relación entre el periodo y la luminosidad de las estrellas llamadas variables cefeidas, lo que le permitió medir las distancias de los cúmulos globulares.
Varios años después Shapley demostró que los cúmulos están distribuidos con estructura más o menos esférica alrededor del centro del disco, en lo que denominó el halo galáctico. También mostró que éste no está centrado en el Sol, sino en un punto distante del disco en la dirección de la constelación de Sagitario, donde situó correctamente el centro de la galaxia.
Esta estructura quedó confirmada cuando se observó desde el observatorio de Monte Wilson en California que el objeto espiral llamado Andrómeda estaba constituido por estrellas individuales y no era una mera nebulosa de gas como hasta entonces se creía.
Hacia 1930 Trumpler descubrió el efecto de oscurecimiento galáctico producido por el polvo interestelar, con lo que se logró corregir tanto el tamaño de la Galaxia como la distancia a la que se encuentra el Sol a los valores hoy en día aceptados. De acuerdo con estos datos, el Sistema Solar se encuentra a una distancia entre 8.000 y 10.000 parsecs de distancia del centro galáctico, aproximadamente a dos tercios de distancia.
Todas las estrellas que componen la Vía láctea están rotando alrededor del núcleo, que se cree que puede contar en su interior con un agujero negro. Las observaciones astronómicas referidas a galaxias distantes muestran que la velocidad de rotación del Sol alrededor de la galaxia es de unos 250 km/s, empleando aproximadamente 250 millones de años en realizar una revolución completa. Las estrellas próximas al Sol realizan una órbita relativamente parecida, pero las más cercanas al centro de la galaxia giran más rápido, hecho que se conoce como rotación diferencial.
La edad de la Vía Láctea se estima en unos 13 mil millones de años, dato que se desprende del estudio de los cúmulos globulares y que concuerda con el resultado obtenido por los geólogos en su estudio de la desintegración radiactiva de ciertos minerales terrestres.
La observación del mapa estelar ha permitido reconstruir los brazos espirales de la Galaxia, zonas en las cuales es abundante el número de cúmulos estelares o zonas de formación estelar. Éstos se nombran por las constelaciones que en ellos se encuentran. El brazo más cercano al centro galáctico es llamado de Centauro o de Norma-Centauro. El siguiente brazo hacia el exterior es el de Sagitario. El brazo de Orion es nuestro brazo local, también llamado del Cisne, y el brazo contiguo hacia el exterior se conoce como el de Perseo.
Las estrellas que se encuentran en la Vía Láctea suelen agruparse en dos grandes grupos, llamados comúnmente poblaciones. El grupo llamado de población I está integrado por estrellas de composición solar, relativamente jóvenes, que se distribuyen en órbitas aproximadamente circulares en el disco galáctico, dentro de sus brazos. Las estrellas de población II son ricas en hidrógeno y helio, con escasez de elementos pesados, son de mayor edad, y tienen órbitas que no se encuentran dentro del plano galáctico.






TEXTO 3
PLANETAS EN OTROS SISTEMAS SOLARES
Saber si estamos o no solos en el universo ha sido uno de los objetivos de muchos filósofos y científicos a lo largo de la historia. Hasta hace poco, los únicos planetas conocidos formaban parte del Sistema Solar. El descubrimiento de planetas extrasolares es un acontecimiento bastante reciente. Aunque la búsqueda sistemática comenzó en 1988, el primer planeta extrasolar o exoplaneta fue detectado en 1995.
Pero observar planetas directamente no es fácil. La existencia de planetas extrasolares se ha deducido en primera instancia a partir de pruebas indirectas. No obstante, están en marcha varios proyectos que permitirán observar estos planetas en el visible o en el infrarrojo. A partir de ahí se podrían obtener algunos datos que permitan deducir, con reservas, si dichos planetas alojan vida o no.
Hasta hace poco tiempo los científicos no han dispuesto de técnicas e instrumentos capaces de detectar planetas extrasolares, es decir, sistemas planetarios en torno a otras estrellas. Pero la existencia de nuestro sistema planetario ha fomentado la búsqueda. Así, uno de los primeros pasos hacia el descubrimiento de planetas más allá de nuestro Sistema Solar se produjo en 1983, cuando se descubrió un disco en torno a la estrella Beta Pictoris. Pero durante mucho tiempo ésta ha sido la única prueba disponible.
La llegada del telescopio espacial Hubble permitió realizar observaciones detalladas de regiones de formación de estrellas, como la existente en la constelación de Orión. Así se detectaron discos protoplanetarios en torno a estrellas jóvenes en formación, y se comprobó que una gran parte de las estrellas que se estaban formando tenían discos que podrían dar lugar a planetas en el futuro.
Al principio de la década de 1990, se anunció el descubrimiento de planetas girando alrededor de púlsares. Los púlsares son estrellas muy compactas y que giran muy rápidamente, emitiendo radiación electromagnética que, si el eje de rotación está orientado convenientemente, puede detectarse desde la Tierra. Más tarde se vio que existían errores en el análisis de los datos y que dichos planetas no existían. Luego, no obstante se ha confirmado la existencia de planetas girando en torno a púlsares.
Finalmente, en 1995, se anunció el descubrimiento del primer planeta extrasolar girando en torno a una estrella de tipo solar, 51 Pegasi. A partir de ese momento, los anuncios de nuevos planetas extrasolares se han ido sucediendo sin pausa hasta llegar a la actualidad. Ahora ya se conocen muchos planetas extrasolares, y el número de los conocidos crece cada año.
Dada la dificultad que presentan las observaciones directas, los primeros intentos de búsqueda de planetas que han dado resultado se han basado en observaciones indirectas. Los métodos utilizados se basan en las perturbaciones gravitatorias causadas por los planetas sobre las estrellas y en el tránsito del planeta por delante de la luz de la estrella.

La mayor parte de los planetas orbitan su estrella a una distancia bastante menor que la distancia Tierra-Sol. Además, la masa observada es del orden de la masa de Júpiter. Esto es, en parte, consecuencia de los métodos de detección empleados. Los planetas de masa mayor y que giran más cerca de la estrella tienen más posibilidades de ser detectados por las técnicas empleadas.
No obstante, el refinamiento de dichas técnicas y la utilización de otras nuevas debe permitir en un futuro cercano detectar también planetas de tipo terrestre, es decir, planetas con una masa equivalente a la de nuestro planeta. En el futuro, gracias a nuevos telescopios situados en tierra y a nuevos observatorios espaciales, seremos capaces de recoger luz procedente directamente de los planetas para obtener imágenes. A partir de ahí, con la ayuda de la espectroscopía, podremos conocer cuáles son los componentes principales de las atmósferas o las superficies de los planetas.

TEXTO 4
POLVO COSMICO 
Según las teorías astronómicas actuales, las galaxias tuvieron su origen en grandes conglomerados de gas y polvo cósmico que giraban lentamente, fragmentándose en vórtices turbulentos y condensándose en estrellas. En algunas regiones donde la formación de estrellas fue muy activa, casi todo el polvo y el gas fue a parar a una estrella u otra. Poco o nada de este material quedó en el espacio intermedio.
Esto es cierto para los cúmulos globulares, las galaxias elípticas y el núcleo central de las galaxias espirales.
Dicho proceso fue mucho menos eficaz en las afueras de las galaxias espirales. Las estrellas se formaron en números mucho menores y sobró mucho polvo y mucho gas. Nosotros, los habitantes de la Tierra, nos encontramos en los brazos espirales de nuestra galaxia y vemos las manchas oscuras que proyectan las nubes de polvo contra el resplandor de la Vía Láctea. El centro de nuestra propia galaxia queda completamente oscurecido por tales nubes.
El material de que está formado el universo consiste en su mayor parte en hidrógeno y helio. Los átomos de helio no tienen ninguna tendencia a juntarse unos con otros. Los de hidrógeno sí, pero sólo en parejas, formando moléculas de hidrógeno (H2). Quiere decirse que la mayor parte del material que flota entre las estrellas consiste en pequeños átomos de helio o en pequeños átomos y moléculas de hidrógeno. Todo ello constituye el gas interestelar, que forma la mayor parte de la materia entre las estrellas.
El polvo interestelar (o polvo cósmico) que se halla presente en cantidades mucho más pequeñas, se compone de partículas diminutas, pero mucho más grandes que átomos o moléculas, y por tanto deben contener átomos que no son ni de hidrógeno ni de helio.
El tipo de átomo más común en el universo, después del hidrógeno y del helio, es el oxígeno. El oxígeno puede combinarse con hidrógeno para formar grupos oxhidrilo (OH) y moléculas de agua (H2O), que tienen una marcada tendencia a unirse a otros grupos y moléculas del mismo tipo que encuentren en el camino. Así, poco a poco se van constituyendo pequeñísimas partículas compuestas por millones y millones de tales moléculas. Los grupos oxhidrilo y las moléculas de agua pueden lforman parte del polvo cósmico.
En 1965 se detectó por primera vez grupos oxhidrilo en el espacio y se comenzó a estudiar su distribución. Desde entonces se ha informado también de la existencia de moléculas más complejas, que contienen átomos de carbono así como de hidrógeno y oxígeno. El polvo cósmico tiene que contener también agrupaciones atómicas formadas por átomos aún menos comunes que los de hidrógeno, oxígeno y carbono. En el espacio interestelar se han detectado átomos de calcio, sodio, potasio y hierro, observando la luz que esos átomos absorben.
Dentro de nuestro sistema solar hay un material parecido, aportado quizás por los cometas. Es posible que fuera de los límites visibles del sistema solar exista una capa con gran número de cometas, y que algunos de ellos se precipiten hacia el Sol (acaso por los efectos gravitatorios de las estrellas cercanas). Los cometas son conglomerados sueltos de diminutos fragmentos sólidos de metal y roca, unidos por una mezcla de hielo, metano y amoníaco congelados y otros materiales parecidos. Cada vez que un cometa se aproxima al Sol, se evapora parte de su materia, liberando diminutas partículas sólidas que se esparcen por el espacio en forma de larga cola. En última instancia el cometa se desintegra por completo. A lo largo de la historia del sistema solar se han desintegrado innumerables cometas y han llenado de polvo el espacio interior del sistema. La Tierra recoge cada día miles de millones de estas partículas de polvo. Los científicos espaciales se interesan por ellas por diversas razones; una de ellas es que los micrometeoroides de mayor tamaño podrían suponer un peligro para los futuros astronautas y colonizadores de la Luna.


TEXTO 5
La energía de las estrellas
Las estrellas emiten energía de diferentes maneras:
1. En forma de fotones de radiación electromagnética carentes de masa, desde los rayos gamma más energéticos a las ondas radioeléctricas menos energéticas (incluso la materia fría radia fotones; cuanto más fría es la materia, tanto más débiles son los fotones). La luz visible es parte de esta clase de radiación.
2. En forma de otras partículas sin masa, como son los neutrinos y los gravitones.
3. En forma de partículas cargadas de alta energía, principalmente protones, pero también cantidades menores de diversos núcleos atómicos y otras clases de partículas. Son los rayos cósmicos.
Todas estas partículas emitidas (fotones, neutrinos, gravitones, protones, etc.) son estables mientras se hallen aisladas en el espacio. Pueden viajar miles de millones de años sin sufrir ningún cambio, al menos por lo que sabemos.
Así pues, todas estas partículas radiadas sobreviven hasta el momento (por muy lejano que sea) en que chocan contra alguna forma de materia que las absorbe. En el caso de los fotones sirve casi cualquier clase de materia. Los protones energéticos son ya más difíciles de parar y absorber, y mucho más difíciles aún los neutrinos. En cuanto a los gravitones, poco es lo que se sabe hasta ahora.
Supongamos ahora que el universo sólo consistiese en estrellas colocadas en una configuración invariable. Cualquier partícula emitida por una estrella viajaría por el espacio hasta chocar contra algo (otra estrella) y ser absorbida. Las partículas viajarían de una estrella a otra y, a fin de cuentas, cada una de ellas recuperaría toda la energía que había radiado. Parece entonces que el universo debería continuar inmutable para siempre.
El hecho de que no sea así es consecuencia de tres cosas:
1. El universo no consta sólo de estrellas sino que contiene una cantidad importante de materia fría, desde grandes planetas hasta polvo interestelar. Cuando esta materia fría frena a una partícula, la absorbe y emite a cambio partículas menos energéticas. Lo cual significa que en definitiva la temperatura de la materia fría aumenta con el tiempo, mientras que el contenido energético de las estrellas disminuye.
2. Algunas de las partículas (neutrinos y gravitones, por ejemplo) emitidas por las estrellas y también por otras formas de materia tienen una tendencia tan pequeña a ser absorbidas por éstas que desde que existe el universo sólo han sido absorbidas un porcentaje diminuto de ellas. Lo cual equivale a decir que la fracción de la energía total de las estrellas que pulula por el espacio es cada vez mayor y que el contenido energético de las estrellas disminuye.
3. El universo está en expansión. Cada año es mayor el espacio entre las galaxias, de modo que incluso partículas absorbibles, como los protones y los fotones, pueden viajar por término medio distancias mayores antes de chocar contra la materia y ser absorbidas. Esta es otra razón de que cada año sea menor la energía absorbida por las estrellas en comparación con la emitida, porque hace falta una cantidad extra de energía para llenar ese espacio adicional, producido por la expansión, con partículas energéticas y hasta entonces no absorbidas.
Esta última razón es suficiente por sí misma. Mientras el universo siga en expansión, continuará enfriándose. Naturalmente, cuando el universo comience a contraerse de nuevo (suponiendo que lo haga) la situación será la inversa y empezará a calentarse otra vez.





Texto  6
Novas y supernovas
Antes de la era de la astronomía, a una estrella que aparecía súbitamente donde antes no se había visto nada, se le llamaba nova, o "estrella nueva". Éste es un nombre inapropiado, ya que estas estrellas existían mucho antes de que se pudieran ver a simple vista. Los astrónomos consideran que quizá existan una docena de novas en la Vía Láctea, la galaxia de la Tierra, cada año, pero dos o tres de ellas están demasiado lejos para poder verlas o las oscurece la materia interestelar.
En efecto, a las novas se las observa con más facilidad en otras galaxias cercanas que en la nuestra. Se les llama novas de acuerdo con el año de su aparición y la constelación en la que surgen. De forma característica, una nova incrementa en varios miles de veces su brillo original en cuestión de días o de horas. Después entra en un periodo de transición, durante el cual palidece, y cobra brillo de nuevo; a partir de ahí palidece poco a poco hasta llegar a su nivel original de brillo.
Las novas son estrellas en un periodo tardío de evolución. Se puede considerar que son un tipo de estrellas variables. En apariencia se comportan así porque sus capas exteriores han formado un exceso de helio mediante reacciones nucleares y se expande con demasiada velocidad como para ser contenida. La estrella despide de forma explosiva una pequeña fracción de su masa como una capa de gas y entonces se normaliza. La estrella restante es típicamente una enana blanca y por lo general se cree que es el miembro más pequeño de un sistema binario, sujeto a una continua disminución de materia de la estrella más grande. Quizá este fenómeno suceda siempre con las novas enanas, que surgen una y otra vez a intervalos regulares de unos cientos de días.
Las novas en general muestran una relación entre su máximo brillo y el tiempo que tardan en palidecer en una cierta cantidad de magnitudes. Mediante mediciones de las novas más cercanas de las que conocemos la distancia y el brillo, los astrónomos pueden utilizar las novas de otras galaxias como indicadores de la distancia de esas galaxias.
La explosión de una supernova es mucho más espectacular y destructiva que la de una nova y mucho más rara. Estos fenómenos son poco frecuentes en nuestra galaxia, y a pesar de su aumento de brillo en un factor de miles de millones, sólo unas pocas se pueden observar a simple vista. Hasta 1987 sólo se habían identificado realmente tres a lo largo de la historia, la más conocida de las cuales es la que surgió en 1054 d. C. y cuyos restos se conocen como la nebulosa del Cangrejo.
Las supernovas, al igual que las novas, se ven con más frecuencia en otras galaxias. Así pues, la supernova más reciente, que apareció en el hemisferio sur el 24 de febrero de 1987, surgió en una galaxia satélite, la Gran Nube de Magallanes. Esta supernova, que exhibe algunos rasgos insólitos, es hoy objeto de un intenso estudio astronómico.
Los mecanismos que producen las supernovas se conocen menos que los de las novas, sobre todo en el caso de las estrellas que tienen más o menos la misma masa que el Sol, las estrellas medias. Sin embargo, las estrellas que tienen mucha más masa explotan a veces en las últimas etapas de su rápida evolución como resultado de un colapso gravitacional, cuando la presión creada por los procesos nucleares dentro de la estrella ya no puede soportar el peso de las capas exteriores. A esto se le denomina supernova de Tipo II.
Una supernova de Tipo I se origina de modo similar a una nova. Es un miembro de un sistema binario que recibe el flujo de combustible puro al capturar material de su compañero.
De la explosión de una supernova quedan pocos restos, salvo la capa de gases que se expande. Un ejemplo famoso es la nebulosa del Cangrejo; en su centro hay un púlsar, o estrella de neutrones que gira a gran velocidad. Las supernovas son contribuyentes significativos al material interestelar que forma nuevas estrellas.
TEXTO 7
Nebulosas
Una nebulosa es una nube de gas o polvo en el espacio. Las nebulosas pueden ser oscuras o, si se iluminan por estrellas cercanas o estrellas inmersas en ellas, pueden ser brillantes. Generalmente son lugares donde se produce la formación de estrellas y discos planetarios, por lo que se suelen encontrar en su seno estrellas muy jóvenes.
Existe gran variedad de nebulosas acompañando a las estrellas en todas las etapas de su evolución. La gran mayoría corresponden a nubes gaseosas de hidrógeno y helio que experimentan un proceso de contracción gravitatoria hacia un estado de protoestrella. Así, las llamadas nebulosas capullo cuentan en su interior cuentan con una estrella recién formada. La nebulosa no es, en este caso, sino los restos de gas que no ha colapsado. El gas en cuestión, que puede, mediante colisiones atómicas, formar moléculas y pequeñas partículas sólidas de mayor o menor complejidad, se calienta por la radiación emitida por la nueva estrella lo suficiente como para enmascarar su presencia, y lo que se observa es una imagen parecida a la de un capullo de oruga.
Otro tipo de nebulosas, llamados glóbulos de Bok, son nubes de gas muy condensado, en vías de formar una protoestrella. Se revelan, cuando están situadas sobre un fondo claro, como por ejemplo la Galaxia, como un oscurecimiento del fondo, por ejemplo la nebulosa llamada Saco de carbón, junto a la constelación Cruz del Sur, y la nebulosa llamada de Cabeza de caballo, una de las más famosas.
Los llamados objetos de Herbig-Haro son nebulosas pequeñas, variables, que aparecen y desaparecen en un periodo de pocos años, que parecen consistir en grumos de materia gaseosa eyectados en los polos de una estrella en formación, principalmente en la fase de capullo. Su luminosidad se produce por colisión con la nube circundante de gas, pues producen una característica onda de choque debido a la gran velocidad con que se expulsan.
Otro tipo de nebulosas, con una composición química rica en elementos químicos pesados (helio, carbono y nitrógeno principalmente) son restos de materia estelar expulsada por las estrellas gigantes y supergigantes a gran velocidad (1000 Km/s) en un tipo de estrellas llamadas de Wolf-Rayet. semejantes a éstas se producen también en las últimas etapas estelares, tras la formación de novas y supernovas.
A las nebulosas planetarias se les llama así porque muchas de ellas se parecen a los planetas cuando son observadas a través de un telescopio, aunque de hecho son capas de material de las que se desprendió una estrella evolucionada de masa media durante su última etapa de evolución de gigante roja antes de convertirse en enana blanca. La nebulosa del Anillo, en la constelación de Lira, es una planetaria típica que tiene un periodo de rotación de 132.900 años y una masa de unas 14 veces la masa del Sol.
n la Vía Láctea se han descubierto varios miles de nebulosas planetarias. Más espectaculares, pero menores en número, son los fragmentos de explosiones de supernovas, y quizás la más famosa de éstas sea la nebulosa del Cangrejo. Las nebulosas de este tipo son radiofuentes intensas, como consecuencia de las explosiones que las formaron y los probables restos de púlsares en que se convirtieron las estrellas originarias.



  







TEXTO 8
Qué son los pulsares?
En el verano de 1967, Anthony Hewish y sus colaboradores de la Universidad de Cambridge detectaron, por accidente, emisiones de radio en los cielos que en nada se parecían a las que se habían detectado hasta entonces. Llegaban en impulsos muy regulares a intervalos de sólo 1 1/3 segundos. Para ser exactos, a intervalos de 1, 33730109 segundos. La fuente emisora recibió el nombre de «estrella pulsante» o «pulsar» en abreviatura (pulsating star en inglés).
Durante los dos años siguientes se descubrieron un número bastante grande de tales pulsares, y el lector seguramente se preguntará por qué no se descubrieron antes. El caso es que un pulsar radia mucha energía en cada impulso, pero estos impulsos son tan breves que por término medio la intensidad de radioondas es muy baja, pasando inadvertida. Es más, los astrónomos suponían que las fuentes de radio emitían energía a un nivel constante y no prestaban atención a los impulsos intermitentes.
Uno de los pulsares más rápidos fue el que se encontró en la nebulosa del Cangrejo, comprobándose que radiaba en la zona visible del espectro electromagnético. Se apagaba y se encendía en perfecta sincronización con los impulsos de radio. Aunque había sido observado muchas veces, había pasado hasta entonces por una estrella ordinaria. Nadie pensó jamás en observarlo con un aparato de detección lo bastante delicado como para demostrar que guiñaba treinta veces por segundo. Con pulsaciones tan rápidas, la luz parecía constante, tanto para el ojo humano como para los instrumentos ordinarios.
¿Pero qué es un pulsar? Si un objeto emite energía a intervalos periódicos es que está experimentando algún fenómeno de carácter físico en dichos intervalos. Puede ser, por ejemplo, un cuerpo que se está expandiendo y contrayendo y que emite un impulso de energía en cada contracción. O podría girar alrededor de su eje o alrededor de otro cuerpo y emitir un impulso de energía en cada rotación o revolución.
La dificultad estribaba en que la cadencia de impulsos era rapidísima, desde un impulso cada cuatro segundos, a uno cada 1/30 de segundo. El pulsar tenía que ser un cuerpo muy caliente, pues si no, no podría emitir tanta energía; y, además, tenía que ser un cuerpo muy pequeño, porque de lo contrario, no podría hacer nada con esa increíble velocidad.
Los cuerpos calientes más pequeños que habían observado los científicos eran las estrellas enanas blancas. Estas pueden llegar a tener la masa de nuestro sol, son tanto o más calientes que él y, sin embargo, no son mayores que la Tierra. ¿Podría ser que esas enanas blancas produjesen impulsos al expandirse y contraerse o al rotar? ¿O se trataba de dos enanas blancas girando una alrededor de la otra? Pero por muchas vueltas que le dieron los astrónomos al problema no conseguían entender que las enanas blancas se movieran con suficiente rapidez.
En cuanto a objetos aún más pequeños, los astrónomos habían previsto teóricamente la posibilidad de que una estrella se contrajera brutalmente bajo la atracción de la gravedad, estrujando los núcleos atómicos unos contra otros. Los electrones y protones interaccionarían y formarían neutrones, y la estrella se convertiría en una especie de gelatina de neutrones. Una «estrella de neutrones» como ésta podría tener la misma masa que el Sol y medir sin embargo sólo diez millas de diámetro. Ahora bien, jamás se había observado una estrella de neutrones, y siendo tan pequeñas se temía que aunque existiesen no fueran detectables.Con todo, un cuerpo tan pequeño sí podría girar suficientemente rápido para producir los impulsos. En ciertas condiciones los electrones sólo podrían escapar en ciertos puntos de la superficie. Al girar la estrella de neutrones, los electrones saldrían despedidos como el agua de un aspersor; en cada vuelta habría un momento en que el chorro apuntase en dirección a la Tierra, haciéndonos llegar ondas de radio y luz visible. Thomas Gold, de la Universidad Cornell, pensó que, en ese supuesto, la estrella de neutrones perdería energía y las pulsaciones se irían espaciando cada vez más, cosa que resultó ser cierta. Hoy día parece muy probable que los pulsares sean esas estrellas de neutrones que los astrónomos creían indetectables
TEXTO 9
Qué es un agujero negro?
Para entender lo que es un agujero negro empecemos por una estrella como el Sol, que tiene un diámetro de 1.390.000 kilómetros y una masa 330.000 veces superior a la de la Tierra.
Teniendo en cuenta esa masa y la distancia de la superficie al centro se demuestra que cualquier objeto colocado sobre la superficie del Sol estaría sometido a una atracción gravitatoria unas 28 veces superior a la gravedad terrestre en la superficie del planeta. Una estrella corriente conserva su tamaño normal gracias al equilibrio entre una altísima temperatura central, que tiende a expandir la sustancia estelar, y la gigantesca atracción gravitatoria, que tiende a contraerla y estrujarla.
Si en un momento dado la temperatura interna desciende, la gravitación se hará dueña de la situación. La estrella comienza a contraerse y a lo largo de ese proceso la estructura atómica del interior se desintegra. En lugar de átomos habrá ahora electrones, protones y neutrones sueltos. La estrella sigue contrayéndose hasta el momento en que la repulsión mutua de los electrones contrarresta cualquier contracción ulterior.
La estrella es ahora una «enana blanca». Si una estrella como el Sol sufriera este colapso que conduce al estado de enana blanca, toda su masa quedaría reducida a una esfera de unos 16.000 kilómetros de diámetro, y su gravedad superficial (con la misma masa pero a una distancia mucho menor del centro) sería 210.000 veces superior a la de la Tierra.
En determinadas condiciones la atracción gravitatoria se hace demasiado fuerte para ser contrarrestada por la repulsión electrónica. La estrella se contrae de nuevo, obligando a los electrones y protones a combinarse para formar neutrones y forzando también a estos últimos a apelotonarse en estrecho contacto. La estructura neutrónica contrarresta entonces cualquier ulterior contracción y lo que tenemos es una «estrella de neutrones», que podría albergar toda la masa de nuestro sol en una esfera de sólo 16 kilómetros de diámetro. La gravedad superficial sería 210.000.000.000 veces superior a la que tenemos en la Tierra.
En ciertas condiciones, la gravitación puede superar incluso la resistencia de la estructura neutrónica. En ese caso ya no hay nada que pueda oponerse al colapso. La estrella puede contraerse hasta un volumen cero y la gravedad superficial aumentar hacia el infinito.
Según la teoría de la relatividad, la luz emitida por una estrella pierde algo de su energía al avanzar contra el campo gravitatorio de la estrella. Cuanto más intenso es el campo, tanto mayor es la pérdida de energía, lo cual ha sido comprobado experimentalmente en el espacio y en el laboratorio.
La luz emitida por una estrella ordinaria como el Sol pierde muy poca energía. La emitida por una enana blanca, algo más; y la emitida por una estrella de neutrones aún más. A lo largo del proceso de colapso de la estrella de neutrones llega un momento en que la luz que emana de la superficie pierde toda su energía y no puede escapar.

Un objeto sometido a una compresión mayor que la de las estrellas de neutrones tendría un campo gravitatorio tan intenso, que cualquier cosa que se aproximara a él quedaría atrapada y no podría volver a salir. Es como si el objeto atrapado hubiera caído en un agujero infinitamente hondo y no cesase nunca de caer. Y como ni siquiera la luz puede escapar, el objeto comprimido será negro. Literalmente, un «agujero negro».
Hoy día los astrónomos están encontrando pruebas de la existencia de agujeros negros en distintos lugares del universo.



TEXTO 10

Hallado un sistema solar con siete Tierras

Una estrella enana ultrafría a 40 años luz de nosotros acoge un sistema con varios exoplanetas templados similares al nuestro que podrían albergar vida. El 2 de mayo de 2016, un equipo de astrónomos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) anunció en la revista Nature un insólito hallazgo: Habían detectado tres exoplanetas parecidos a la Tierra alrededor de la enana ultrafría conocida como TRAPPIST-1, una estrella poco más grande que Júpiter cuyo brillo representa apenas un 0,05 % el del Sol. Nunca antes se habían cazado objetos de este tipo acompañando a una estrella tan pequeña. Y están muy cerca, a 40 años luz de nosotros. En el momento de aquel anuncio se dijo que uno de ellos parecía encontrarse en la zona habitable del sistema, una región en la que se dan las condiciones necesarias para que exista agua en estado líquido en su superficie. Quizá, incluso, podría albergar vida. 
Pues bien, el descubrimiento ha sido no solo confirmado sino ampliado.
 No eran tres sino siete. Gracias al empleo de varios telescopios tanto en tierra como en el espacio, entre ellos el VLT (Very Large Telescope) de ESO y el de la isla de La Palma, en Canarias, los exoplanetas fueron detectados uno a uno, cual modelos de una pasarela galáctica, a medida que pasaban delante de su estrella, la estrella enana ultrafría TRAPPIST-1. Según el nuevo artículo, que también aparece en Nature, no es uno sino tres los planetas que se encuentran en la zona habitable y podrían albergar océanos de agua en sus superficies, lo que aumenta la posibilidad de que el sistema pueda acoger vida. Se trata del sistema encontrado hasta ahora que tiene tanto el mayor número de planetas del tamaño de la Tierra como la mayor cantidad de mundos que podrían contar con agua líquida en sus superficies.
 Gracias al telescopio TRAPPIST–Sur, instalado en el Observatorio La Silla, el Very Large Telescope (VLT), en Paranal, y el telescopio espacial Spitzer de la NASA, así como otros telescopios del mundo, el equipo internacional de astrónomos ha confirmado la existencia de los siete pequeños planetas que orbitan alrededor de la estrella enana roja fría TRAPPIST-1. Los planetas, nombrados como TRAPPIST-1b, c, d, e, f, g y h, en orden creciente de distancia de su estrella, tienen tamaños similares a nuestra Tierra.
Los astrónomos observaron los cambios en la emisión de luz de la estrella causados por cada uno de los siete planetas que pasan delante de ella —un evento conocido como tránsito—, lo que les permitió extraer información acerca de sus tamaños, composiciones y órbitas. Descubrieron que al menos los seis planetas interiores son comparables al nuestro en tamaño y temperatura.
El autor principal de la investigación, Michaël Gillon, del Instituto STAR en la Universidad de Lieja (Bélgica) cree que "se trata de un descubrimiento asombroso, no solo porque hayamos encontrado tantos planetas, sino porque todos son similares en tamaño a la Tierra".

Con  solo el 8% la masa del Sol,
 TRAPPIST-1 es muy pequeña en términos estelares (solo un poco mayor que Júpiter) y, aunque está relativamente cerca de nosotros, en la constelación de Acuario, emite una luz muy tenue. Los astrónomos esperaban que este tipo de estrellas enanas pudieran albergar muchos planetas del tamaño de la Tierra en órbitas apretadas, lo que hace de ellas objetivos preferentes para la búsqueda de vida extraterrestre, pero TRAPPIST-1 es el primer sistema de este tipo cuya existencia ha sido confirmada.

Amaury Triaud, otro de los astrónomos implicados, dice que "
la emisión de energía de estrellas enanas como TRAPPIST-1 es mucho más débil que la de nuestro Sol. Para que hubiera agua en sus superficies los planetas tendrían que estar en órbitas mucho más cercanas que las que tenemos en el Sistema Solar. Por suerte, parece que este tipo de configuración compacta es lo que estamos viendo alrededor de TRAPPIST-1". Todos los planetas del sistema son similares en tamaño a la Tierra y a Venus o un poco más pequeños. Las mediciones de densidad sugieren que, al menos, los seis planetas de la zona más interna son probablemente de composición rocosa.

Las órbitas planetarias son más pequeñas que la órbita de Mercurio en el Sistema Solar. Sin embargo, el pequeño tamaño de TRAPPIST-1 y su baja temperatura significan que la energía que proporciona a sus planetas es similar a la que reciben los planetas interiores de nuestro Sistema Solar. Así que TRAPPIST-1c, d y f reciben cantidades similares de energía que Venus, la Tierra y Marte, respectivamente.

Los siete planetas descubiertos en el sistema podrían, potencialmente, tener agua líquida en sus superficies, aunque sus distancias orbitales hacen que esto sean más probable en unos que en otros. Los modelos climáticos sugieren que los planetas más interiores, TRAPPIST-1b, c y d, son probablemente demasiado calientes para albergar agua líquida, excepto tal vez en una pequeña fracción de sus superficies. El planeta más externo del sistema, TRAPPIST-1h, es probablemente demasiado distante y frío para albergar agua líquida.  Pero TRAPPIST-1e, f y g tienen toidas las papeletas para convertirse en el santo grial para los astrónomos cazadores de planetas, ya que orbitan en la zona habitable de la estrella y podrían albergar océanos de agua en sus superficies.

Este hallazgo hace del sistema de TRAPPIST-1 un objetivo muy importante para futuros estudios. 
El Telecopio Espacial Hubble de NASA/ESA ya está buscando atmósferas alrededor de los planetas. El astrónomo Emmanuël Jehin cree que "con la próxima
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El universo se muere lentamente

La investigación forma parte del proyecto GAMA, el mayor sondeo conjunto en múltiples longitudes de onda hecho hasta ahora.
El universo se apaga; se está enfriando, sin prisa, pero sin pausa. Así lo afirma un grupo de astrónomos que ha examinado más de 200.000 galaxias y ha presentado sus conclusiones ante la Asamblea General de la Unión Astronómica Internacional. Según la investigación, la energía actual de las estrellas representa la mitad de la energía que emitían hace 2.000 millones de años y que este proceso parece imparable y definitivo. Nuestro universo se muere lentamente.

Los astrónomos han medido la energía generada dentro de una considerable zona del espacio con una precisión jamás vista, midiendo individualmente las emisiones de energía de cada galaxia en 21 longitudes de onda. Es sin duda la evaluación más completa de la emisión de energía del universo cercano de la que tenemos constancia y ha revelado que esta reducción se produce en todas las longitudes de onda, desde el ultravioleta hasta el infrarrojo lejano.

El estudio aporta observaciones de la mayoría de los telescopios más formidables del mundo (VISTA, VST, SDSS, AAT, GALEX, WISE o Herschel) del ESO, de la NASA o de la ESA: “Utilizamos todas las instalaciones terrestres y espaciales a nuestro alcance para medir la emisión de energía de esas más de 200.000 galaxias en cuantas longitudes de onda nos fue posible”, explica Simon Driver líder del proyecto GAMA (Galaxy And Mass Assembly) que coordina la investigación.

GAMA tiene como objetivo crear un mapa de la energía generada dentro de un gran volumen de espacio tanto en la actualidad como en distintos momentos del pasado desde la explosión del Big Bang. Los astrónomos esperan ampliar este trabajo con el fin de modelar un mapa de la producción de energía a lo largo de toda la historia del Universo.

De aquí en adelante, el universo irá decayendo, envejeciendo lentamente. Básicamente, el universo se ha sentado en el sofá, se ha tapado con una manta





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La rápida expansión del universo desafía a Einstein
Una nueva medición de la velocidad a la que se alejan las galaxias entre sí pone en cuestión los modelos cosmológicos establecidos.
Unidos en el proyecto de colaboración H0LiCOW (siglas de H0 Lenses in COSMOGRAIL’s Wellspring), un grupo de astrónomos se ha propuesto establecer con la mayor exactitud posible la llamada constante de Hubble, fundamental para entender cómo funciona el cosmos. Este valor mide la velocidad a la que se alejan las galaxias entre sí y, hasta ahora, estaba fijado en 71 kilómetros por segundo y megapársec, teniendo en cuenta que un megapársec son tres millones de años luz.
Pero las mediciones de H0LiCOW, basadas en la recopilación de datos de diferentes telescopios situados en la Tierra y en el espacio –incluyendo el observatorio espacial Hubble, indican que la velocidad de expansión del universo puede ser hasta un 9% más rápido de lo que establecen los modelos cosmológicos. La misma discrepancia ya fue puesta de manifiesto por otra investigación independiente hecha pública el pasado verano, que comparaba el brillo de estrellas cefeidas –que cambian de luminosidad a intervalos regulares– y supernovas del tipo IA.
Tal y como explican los investigadores en una serie de articulos publicados en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, en el caso del proyecto H0LiCOW se intentó establecer el valor de la constante de Hubble con dos técnicas diferentes. En primer lugar, fueron analizados los registros del satélite Planck, que mide la radiación de fondo de microondas, es decir, el débil eco del big Bang que permea todo el universo. y los resultados se atenían al modelo cosmológico estándar. O sea, que hasta aquí, todo correcto.
El problema surgió con la segunda medición, que aprovechaba un fenómeno llamado “lente gravitacional”, descubierto en 1979. Este se produce cuando los cúmulos galácticos se comportan como una especie de lupa y permiten ver objetos muy lejanos.
Los científicos de H0LiCOW se fijaron concretamente en los púlsaresestrellas de neutrones supermasivas que emiten pulsos regulares de radiación y cuya imagen es multiplicada por las lentes gravitacionales. Con la sutil diferencia de brillo entre esas imágenes especulares repetidas es con lo que confeccionaron el nuevo valor de la constante, teóricamente más exacto.
"La tasa de expansión del cosmos está empezando a medirse con tal precisión que las diferencias pueden apuntar a una nueva física más allá de nuestro actual conocimiento del universo", ha explicado Sherry Suyu, investigadora del Instituto Max Plancks para la Astrofísica y directora del proyecto H0LiCOW.

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El año dedicado a la Astronomía no ha decepcionado a nadie. 2009 ha estado repleto de asombrosos descubrimientos astronómicos de primer orden. El hallazgo de agua en la Luna, el impacto de un gigantesco meteorito en Júpiter, el asteroide que explotó sobre Indonesia o la localización de un planeta «gemelo» de la Tierra han sido algunos de los principales hitos. La lista que sigue comprende nueve hallazgos que nos han permitido conocer mejor el Universo y que son promesas de lo que aún está por venir.
1-¡Agua en la Luna!: Posiblemente, ninguna otra noticia sobre el espacio ha tenido tanto impacto y al mismo tiempo ha sido tan popular como ésta. El pasado mes de octubre, la sonda LCROSS impactaba en el cráter selenita Cabeus. El choque de la nave levantó una nube de de materiales que los científicos analizaron en busca de agua helada. Las sospechas se confirmaron en noviembre. La NASA anunciaba el hallazgo de agua en grandes cantidades. El descubrimiento puede tener importantes consecuencias en el desarrollo de la
La Luna tiene dos heridas más en su ya agrietada cara. La NASA ha concluido con éxito su misión «kamikaze» -ofrecida en directo en su web (13.30, hora peninsular)-, consistente en el impacto contra la superficie de nuestro satélite natural de la sonda de detección y observación LCROSS y su cohete Centaur. El objetivo es buscar agua, un descubrimiento vital para el desarrollo de la exploración espacial. «Éxito de la misión», ha anunciado el controlador en el Centro Ames de Investigaciones de la NASA en Moffett Field (California), donde reinaba un ambiente de satisfacción por los resultados. «Los instrumentos funcionaron como estaba previsto (...) hemos recibido confirmarción termal de que el impacto ha ocurrido», ha añadido.
En las imágenes, algo más oscuras de lo que esperábamos, se ha visto cómo el cohete Centaur chocaba contra el cráter Cabeus, el punto escogido por la NASA por ser el que tiene más posibilidades de albergar agua. El impacto ha levantado una polvareda de 10 kilómetros de altura. Muy cerca, la LCROSS ha fotografiado la colisión para la NASA TV y ha enviado los datos obtenidos a la Tierra. De inmediato, ha cruzado la nube de desperdicios y se ha empotrado ella misma contra el suelo. Antes, sus espectómetros deberán haber analizado la nube de partículas iluminada por el Sol, en busca de signos de agua. «Si existe agua ahí, o cualquier otra cosa interesante, vamos a encontrarla», ha asegurado Tony Colaprete, responsable del proyecto en el centro Ames.  Seguimiento masivoEl programa ha incluido imágenes en directo de la cámara de la sonda, animación de telemetría recibida en tiempo real, imágenes de las operaciones de la misión, comentarios de expertos y retransmisión del momento del impacto con imágenes recibidas en el centro Ames de la NASA. Las colisiones también fueron el foco de atención del telescopio espacial Hubble y los instrumentos de la sonda LRO. «Estas observaciones múltiples complementarán los datos de la LCROSS y ayudarán a determinar si existe o no agua en forma de hielo en el cráter», ha indicado Jennifer Heldmann, del Laboratorio Ames. 
El espectáculo ha sido seguido masivamente en Estados Unidos. Incluso la Casa Blanca ha preparado su propia «fiesta lunar», en la que astrónomos profesionales y aficionados han desplegado más de 20 telescopios. El evento coincide con el 400 aniversario del primer vistazo de Galileo a los cielos a través de un telescopio.  La agencia espacial norteamericana nunca había realizado una misión semejante desde 1971, cuando 
el cohete Saturno IVB del Apolo 14 se empotró en nuestro satélite natural para conocer su estructura interior.
La NASA ha abierto un nuevo capítulo en nuestro conocimiento de la Luna. La agencia espacial estadounidense ha encontrado pruebas de que en nuestro satélite hay agua. «Encontramos agua, y no un poco, sino una cantidad significativa», dijo Anthony Colaprete, del Centro Ames de Investigación de la NASA, en Moffett Field (California).
El 9 de octubre la sonda LCROSS impactó en el polo Sur de la Luna en un cráter llamado Cabeus. El artefacto de 79 millones de dólares, precedido por una sección del cohete Centauro que lo propulsó, fue enviado a la superficie lunar para levantar una nube de materiales que los científicos pudieran analizar en busca de la presencia de agua helada. Los datos preliminares obtenidos del análisis de esos materiales «indican que la misión descubrió, exitosamente, agua... y este descubrimiento abre un nuevo capítulo en nuestro conocimiento de la Luna», afirmó la NASA.
«Estamos muy entusiasmados», declaró Colaprete. «La concentración y distribución de agua y de otras sustancias requieren más análisis, pero podemos decir con seguridad que Cabeus contiene agua», añadió.
Sin luz del Sol
El lugar de la colisión, en el lado de sombra permanente del cráter, no ha recibido luz del Sol en miles de millones de años, y los científicos pudieron analizar el polvo, el vapor y las rocas levantadas por el impacto cuando estos se elevaron por encima del borde de Cabeus y absorbieron la luz. Esto permitió la medición espectrográfica -el análisis de la luz absorbida en diferentes longitudes de ondas que revela diferentes compuestos- y los científicos vieron las señales de agua bajo luz infrarroja y ultravioleta. «Vemos la prueba de la presencia de agua en dos instrumentos. Y eso es lo que nos da tanta certeza sobre nuestras conclusiones», aseguró.
Los científicos han especulado durante largo tiempo sobre el origen de las significativas cantidades de hidrógeno que habían sido observadas en los polos lunares. Los hallazgos de la sonda LCROSS vienen a arrojar ahora nueva luz sobre esta cuestión con el descubrimiento de agua, que podría encontrarse en el satélite de la Tierra en cantidad mayor de la que inicialmente se pensaba, según explicó la NASA.
Si el agua que se formó o depositó tiene miles de millones de años, estas frías trampas polares de la Luna podrían desvelar las claves sobre la historia de la evolución del Sistema Solar, del mismo modo que los testigos de hielo tomados en la Tierra lo hacen sobre el pasado de nuestro planeta.

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El planeta Corot-7b / AFP
2- A la Tierra le sale un «gemelo»: «Es el primer planeta del tamaño de la Tierra del que realmente podemos decir que se parece al nuestro». Con estas palabras se presentaba en un congreso astronómico celebrado en septiembre en Barcelona a Corot-7b, un nuevo y prometedor exoplaneta a unos 400 años luz de la Tierra. El nuevo mundo tiene apenas dos veces el diámetro de la Tierra y una masa cinco veces superior, con una densidad muy parecida. Sin embargo, es un auténtico infierno para cualquier forma de vida conocida, ya que su temperatura ronda los mil grados centígrados al estar muy cerca de su estrella. Pese a todo, Corot-7b ha supuesto un paso importantísimo en la búsqueda de planetas parecidos al nuestro.
Es el primer planeta del tamaño de la Tierra del que realmente podemos decir que se parece al nuestro». Con estas palabras se refería esta misma mañana el astrónomo Ignasi Ribas, copresidente del comité científico del Congreso «Senderos hacia planetas habitables» que estos días se celebra en Barcelona, al hablar del descubrimiento de Corot-7b. El anuncio de la existencia de este nuevo y prometedor exoplaneta fue revelada durante la sesión matinal del congreso y se ha convertido ya en la estrella del certamen.
Con una órbita muy rápida, de apenas 20 horas, Corot-7b (llamado así por el telescopio espacial con el que se descubrió) se encuentra a unos 400 años luz de la Tierra, «ni muy cerca, ni muy lejos», en palabras de Ribas. El nuevo mundo (cuya reconstrucción aparece arriba) ya había sido detectado hace unos meses, pero entonces no se disponía aún de los suficientes datos concretos como para realizar un anuncio en toda regla.
Sus descubridores, un equipo de astrónomos europeos dirigido por el famoso «cazaplanetas» Didier Queloz (el mismo que descubrió el primer planeta extrasolar en 1995), han preferido guardar silencio desde entonces y seguir recopilando datos. Ahora, han aprovechado el evento que se celebra en la Ciudad Condal para hacer público su descubrimiento.
70 horas de observaciónHan sido necesarias setenta horas de observación (repartidas en varios meses) para averiguar exactamente cuál es la masa y la densidad del planeta. Los análisis realizados desde tierra con el espectrógrafo HARPS (High Accuracy Radial velocity Planet Searcher), que está acoplado al telescopio de La Silla, en Chile, han permitido complementar las observaciones anteriores hechas conel telescopio de la Agencia Espacial Europea.

Momento del congreso en el que se presentó el descubrimiento del Corot-7b
Y el resultado ha sido inmejorable. «Corot-7b es el mundo que hace que valgan la pena todos los esfuerzos que se han hecho hasta ahora», afirmaba hace unas horas un eurófico Queloz. En efecto, se trata de la prueba definitiva de que fuera de nuestro Sistema Solar pueden existir mundos parecidos al nuestro. Corot-7b será, según los investigadores, el exoplaneta cuyo estudio en profundidad abra definitivamente las puertas a un nuevo tipo de ciencia planetaria hasta ahora desconocida.
Cuando los astrónomos lo descubrieron en febrero, no conocían aún con exactitud la velocidad de su estrella y no pudieron, por lo tanto, determinar la masa del nuevo planeta. Algo que ahora sí que ha sido posible. Corot-7b tiene apenas dos veces el diámetro de la Tierra y una masa cinco veces superior, con una densidad muy parecida a la de nuestro propio mundo.
«Sin embargo -alerta Ignasi Ribas- no debemos pensar que ese planeta es adecuado para la vida, ya que se encuentra a muy poca distancia de su estrella y está sujeto por tanto a elevadísimas temperaturas». Unas temperaturas que, según los cálculos, rondan los mil grados centígrados, un auténtico infierno para cualquier forma de vida conocida.
Fuera de la «zona de habitabilidad»Corot-7b no se encuentra, por lo tanto, en la «zona de habitabilidad» de su estrella. Su órbita, en efecto, le lleva a distancias de apenas 2,5 millones de km de distancia de ella cuando la Tierra, por ejemplo, orbita a cerca de 150 millones de km del Sol. Y a una velocidad, por cierto, de vértigo, ya que el nuevo mundo se desplaza a cerca de 750.000 km por hora. Queloz y su equipo creen que, en estas condiciones, no sería extraño que hubiera en su superficie auténticos océanos de lava.
Hasta el momento, se han descubierto ya unos 370 planetas alrededor de estrellas lejanas, pero la inmensa mayoría de ellos son gigantes de gas que muy poco tienen que ver con nuestro propio mundo. Sin embargo, las técnicas actuales han permitido ya localizar unas diez «supertierras», planetas sólidos como el que nosotros habitamos.
El punto de mira se está afinando cada vez más y, por el momento, Corot-7b es el planeta que más se parece (en cuanto a densidad y tamaño) al nuestro. «Pero esto sólo es el principio», señala Ignasi Ribas, quien está convencido de que el descubrimiento del primer mundo realmente habitable no se demorará más allá de una década.
OROT-7b (antes llamado COROT-Exo-7b)4 5 es un planeta extrasolar que, junto a COROT-7c, orbita alrededor de la estrella identificada como COROT-7. Fue detectado en 2009 por el satélite COROT. Era, en ese momento, el planeta extrasolar más pequeño detectado, con un diámetro 1,7 veces el de la Tierra. Se estima que su masa está entre 5,6 y 11 masas terrestres4 lo que lo convierte en un planeta rocoso.6 Orbita muy cerca de su estrella, con un periodo orbital de exactamente 20 horas, 29 minutos y 9,7 segundos. La estrella, en la constelación Monoceros, está a 490 años-luz (150 parsecs) de distancia y es algo más pequeña que el Sol. El espectrógrafo HARPS se utilizó posteriormente para medir la masa de COROT-7b mediante el método de velocidad radial, dando un resultado de alrededor de 4,8 masas terrestres, dándole una densidad de 5,6 ± 1,3 g cm−3, similar al de la Tierra.2 A partir de esto, se concluyó que el planeta no está compuesto de hierro puro.
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 «cicatriz» en la superficie de Júpiter / EFE
3- Júpiter es bombardeado: A Júpiter le salió en julio un enorme lunar negro. Era la marca dejada por un asteroide o un cometa, una colosal cicatriz del diámetro de la Tierra. Se trataba de la primera vez, desde 1994, que se observaban directamente las consecuencias de un impacto de estas características en un mundo de nuestro sistema solar. El descubrimiento fue realizado por un astrónomo amateur afincado en Australia y confirmado por el Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA. Impactos como éste son muy frecuentes en los diversos planetas y lunas del sistema solar. Esperemos que las observaciones no fallen cuando uno de estos objetos se dirija directamente contra la Tierra.
Observen la mancha negra que aparece en la región polar de Júpiter. Es completamente distinta a las demás, y no ha sido causada por ningún fenómeno atmosférico en el planeta gigante de nuestro sistema. Se trata, muy al contrario, de la marca dejada por un asteroide o cometa. Una cicatriz que, dado el tamaño inmenso de Júpiter, parece pequeña, pero que en realidad tiene el diámetro de la Tierra. Según los astrónomos, el impacto se ha producido hace apenas unos días. Es la primera vez, desde 1994, que se observan directamente las consecuencias de un impacto de estas características en un mundo de nuestro sistema solar. Entonces fue un cometa, el Shoemaker-Levy, y también se estrelló contra Júpiter, después de romperse en varios fragmentos debido a la enorme gravedad joviana y proporcionar un espectáculo que jamás hasta entonces había sido contemplado por el hombre. Ahora, y gracias a las observaciones de un astrónomo amateur afincado en Australia, la historia se repite, aunque esta vez, a diferencia de la anterior, no ha podido verse el momento de la colisión. «Al principio pensé que se trataba de una mancha producida por una tormenta polar», asegura Anthony Wesley, que tomó las fotografías el pasado 19 de julio con el telescopio de 14,5 pulgadas que tiene instalado en el patio de su casa en Murrumbateman, al norte de Canberra. «Sin embargo, a medida que el planeta iba girando y y mejoraban las condiciones de visión, me di cuenta de que no era una mancha oscura, sino negra del todo y en todos los canales».
El Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA ha confirmado el descubrimiento del aficionado australiano usando el gran telescopio de Mauna Kea, en Hawai. A tenor de la huella, el impactor debió tener un tamaño considerable, y el choque con Júpiter debió de producirse hace apenas unos días. A pesar de ello, ningún observatorio ni satélite fue capaz de localizar el objeto antes de que llegara a su destino.
Las primeras imágenes del impacto en infrarrojos (a la derecha) muestran el brillo del material lanzado a la atmósfera por el objeto, muy cerca del polo sur de Júpiter. «Hemos sido muy afortunados por estar observando Júpiter exactamente en el momento preciso y en la cara adecuada para observar el evento», explica Glenn Orton, del JPL. Ahora, Orton y sus colegas han alertado a otros telescopios para que realicen sus propias observaciones. El paso siguiente será

TEXTO 16
 La Tierra, objetivo de los asteroides: Este año nos han «rozado» unos cuantos. El más impactante fue el que explotó sobre el cielo de Indonesia el pasado 8 de ocubre. Una pequeña roca de diez metros de diámetro que ningún instrumento había sido capaz de detectar se precipitó contra la Tierra, detonó al entrar en la atmósfera, a unos 20 km de altura, y provocó una explosión de 50 kilotones, tres veces más potente que la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima. Se trata de la mayor explosión de un asteroide registrada hasta la fecha. Si la roca hubiera sido sólo un poco más grande, sus efectos habrían sido devastadores.
Otro pequeño asteroide ha pasado rozando la Tierra sin que nadie lo descubriera a tiempo. Fue el pasado 6 de noviembre y el objeto, llamado 2009 VA, fue localizado cuando sólo quedaban 15 horas para su llegada.
La roca, esta vez, sólo tenía unos siete metros, muy poco como para provocar una extinción masiva, pero baste recordar que hace apenas unos días, en Indonesia, el impacto contra la atmósfera de otra piedra parecida y de «sólo» diez metros causó una explosión equivalente a tres bombas atómicas...
2009 VA, pues, sólo pasó a dos radios terrestres de distancia (unos 14.000 km), lo que en términos astronómicos equivale a una bala rozando el oído. Se trata del tercer pequeño asteroide conocido y catalogado justo antes de pasar muy cerca de la Tierra. Los otros dos «acercamientos» registrados se refieren al asteroide de un metro 2008 TS26, que pasó el 9 de octubre de 2008 a sólo 6.150 km de nosotros, y a 2004 FU162, otra roca de siete metros que pasó el 31 de marzo de 2004 a apenas 6.535 km de la superficie terrestre.
Tres únicas detecciones. Ese es el catálogo completo que tenemos para objetos de esa clase. Y ello a pesar de que rocas como la que acaba de rozarnos pasan a distancias parecidas de nuestro planeta, como media, un par de veces al año, y hacen impacto, también como media, una vez cada cinco años.
El asteroide 2099 VA fue descubierto por el Catalina Sky Survey unas quince horas antes de su máximo acercamiento y su presencia fue rápidamente ratificada por el Centro de Planetas Menores de Cambridge, Massachussets, que confirmó también que el objeto pasaría, en apenas unas horas, muy cerca de la Tierra.
A medida que se aproximaba, a decenas de miles de kilómetros por hora, los técnicos del programa Near, de la NASA, calcularon su órbita y determinaron que el asteroide no chocaría contra nosotros. Si lo hubiera hecho, nadie habría podido hacer nada por evitarlo.
Hace menos de un año, se vivió una situación muy parecida a ésta con el objeto 2008 TC3, un asteroide que fue detectado cuando apenas faltaban once horas para su llegada y que finalmente hizo impacto en el norte de Sudán, por fortuna lejos de cualquier centro habitado. La historia de su «cacería» Ha vuelto a suceder. Fue el pasado 8 de octubre y sobre los cielos de Indonesia. Un pequeño asteroide de diez metros de diámetro que ningún instrumento había sido capaz de detectar se precipitó contra la Tierra, detonó al entrar en la atmósfera, a unos 20 km de altura, y provocó una explosión de 50 kilotonestres veces más potente que la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima. Se trata de la mayor explosión de un asteroide registrada hasta la fecha. Si la roca hubiera sido sólo un poco más grande, sus efectos habrían sido devastadores.
El episodio, observado por numerosos testigos, grabado en vídeo y emitido en todos los informativos locales, se produce justo en el momento en que el gobierno norteamericano estudia la mejor manera de hacer frente a la amenaza que suponen estos auténticos vagabundos espaciales. Una amenaza muy real, a la luz de la dramática explosión registrada hace apenas dos semanas sobre South Sulawesi, en Indonesia, que liberó una energía equivalente a 50.000 toneladas de TNT. O lo que es lo mismo, tres veces más que la bomba lanzada sobre Hiroshima al final de la Segunda Guerra Mundial.
Aunque la explosión no causó daños en tierra, dada la altura a la que se produjo, sí que es una prueba más que demuestra lo desprotegidos que aún estamos frente a acontecimientos de esta clase. Los astrónomos Peter Brown y Elizabeth Silber, de la Universidad de Western Ontario, en Canadá, han calculado la magnitud de la detonación a partir de las ondas infrasónicas que produjo, que recorrieron medio mundo y que fueron registradas por la red internacional de instrumentos que mide las explosiones nucleares.
Ningún telescopio lo detectóA partir de la energía liberada, los astrónomos han determinado que el objeto no tenía más de diez metros de diámetro. Y según las estadísticas, un asteroide de esas características y tamaño hace impacto contra la Tierra, como media una vez cada entre dos y doce años. Ningún telescopio detectó la amenaza antes del impacto. Lo cual, a la vista del escaso número de asteroides menores de cien metros que tenemos catalogados, no constituye una sorpresa. Si la roca que se precipitó contra Indonesia hubiera tenido 20 ó 30 metros de diámetro en lugar de 10, habría podido provocar una catástrofe de grandes proporciones. El informe de los dos astrónomos, en el que se incluyen todos los detallE
Según los objetivos marcados por la Casa Blanca, Estados Unidos debería aprobar una serie de medidas defensivas contra pequeños asteroides dentro de este mismo año. Sin embargo, una red de instrumentos capaz de detectar estos pequeños objetos a tiempo significaría tener que liberar un presupuesto de muchos miles de millones de dólares. Algo que los norteamericanos no están dispuestos a hacer en solitario.
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magen de la superficie de Mercurio / ABC
El aspecto de Mercurio deja de ser un secreto: La sonda Messenger ha conseguido realizar con éxito tres complicados vuelos sobre Mercurio, unas misiones que han permitido conocer rincones nunca vistos del planeta. Por primera vez, los científicos tienen una visión casi completa de su superficie, con fotografías de gran nitidez, y han obtenido nuevos datos sobre su composición: contiene altas cantidades de metales pesados como hierro y titanio. Gracias al trabajo de la nave, aproximadamente el 98% del terreno de Mercurio ya ha sido fotografiado, y científicos de la NASA y expertos cartógrafos han conseguido elaborar el primer mapa global de Mercurio.
El tercer y último vuelo de la sonda Messenger sobre Mercurio ha proporcionado a los científicos, por primera vez, una visión casi completa de la superficie del planeta, el más pequeño del Sistema Solar, y ha facilitado nuevos datos sobre el paisaje y composición de este extraño mundo del que sabemos bien poco.
La nave de la NASA Messenger (Mercury Surface, Space Environment, Geochemistry and Ranging) sobrevoló por última vez Mercurio el 29 de septiembre. A pesar de ciertos problemas provocados por un eclipse solar, las cámaras de la nave y sus instrumentos de recogida de imágenes de alta resolución funcionaron como un reloj suizo y fueron capaces de fotografiar con un gran detalle un 6% de la superficie del planeta que nunca antes se había observado con tanta nitidez. Ahora, gracias al trabajo de la nave, aproximadamente el 98% del terreno de Mercurio ya ha sido fotografiado. Sólo faltan las regiones polares, las únicas áreas cuyo aspecto todavía es un misterio.

Una región desconocidaPero, ¿qué hay de nuevo? El vuelo de la nave ha detectado una región desconocida con una superficie brillante que rodea una depresión irregular, posiblemente de origen volcánico, de 290 kilómetros de diámetro. Otras imágenes revelaron una cuenca de doble anillo de aproximadamente 180 kilómetros de diámetro provocada por algún impacto. Es muy similar a la que los científicos llaman cuenca de Raditladi, que fue descubierta en el primer vuelo de la sonda sobre su viejo conocido en enero de 2008. «Es la primera vez que podemos apreciar esta nueva cuenca en detalle y los anillos están muy bien conservados», ha afirmado Brett Denevi, miembro del proyecto e investigador de la Universidad Estatal de Arizona. Como en el caso de Raditladi, se estima que el «valle» tiene mil millones de años. Parece mucho, pero es bastante joven. La mayoría de esas marcas son cuatro veces más viejas. En el centro, han encontrado el material volcánico más joven del planeta.

Detalle de la cuenca de doble anillo de 290 kilómetros de diámetro / NASA

Cambios estacionalesLa nave también descubrió grandes cambios estacionales en la «dinámica» exosfera o delgada atmósfera de Mercurio, según era mayor o menor la distancia del Sol. De la misma forma, las observaciones también mostraron que la superficie del planeta tiene una muy baja concentración de hierro, aunque más alta de lo esperado, similar a algunas rocas lunares. «Las nuevas imágenes nos recuerdan que Mercurio continúa guardando sorpresas», ha explicado Sean Solomon, principal investigador de la misión y director del Departamento de Magnetismo Terrestre 
ientíficos de la NASA y expertos cartógrafos han conseguido elaborar el primer mapa global de Mercurio gracias a las observaciones de la sonda Messenger durante sus tres vuelos sobre el planeta y los datos de la vieja y rudimentaria Mariner 10 en los años 70. El plano, que refleja 500 metros por pixel, permitirá a los especialistas señalar los cráteres, fallas y otros elementos geográficos más interesantes para futuras observaciones. La descarga del mosaico estará disponible en una web.
La Messenger, que despegó de Cabo Cañaveral el 3 de agosto de 2004, completó su tercer y último vuelo sobre Mercurio, el planeta más cercano al Sol de nuestro sistema, el pasado 29 de septiembre. La nave lo sobrevoló en una peligrosa maniobra de navegación, en un vuelo casi rasante, a 200 kilómetros de altura. El aparato fotografió algunas zonas que no habían sido observadas jamás, entre ellas varias cuencas de origen volcánico. Estos últimos esfuerzos, sumados a los anteriores, han permitido dibujar el mapa de uno de los planetas menos estudiados hasta ahora.
«La reproducción de este mosaico representa un hito importante para todos en el equipo», ha afirmado el investigador principal de la misión, Sean Solomon, de la Carnegie Institution en Washington. A partir de ahora, la sonda se convertirá en el principal osbervatorio mundial para analizar las características del pequeño planeta.
A 2 km por segundoEl proceso de elaboración del mapa no ha sido fácil, ya que las imágenes tenían diferente resolución (de 100 a 900 metros por pixel) y condiciones de iluminación (desde el alto sol del mediodía hasta el amanecer y el atardecer), y han sido tomadas desde una nave que viaja a velocidades superiores a 2 kilómetros por segundo. Para evitar pequeños errores que, en conjunto, podrían suponer grandes desajustes en el resultado final, el equipo utilizó un software muy sofisticado. Expertos del Centro de Astrogeología USGS en Flagstaff (Arizona) seleccionaron 5.301 puntos de control y realizaron 18.834 mediciones para que el resultado fuera óptimo. Pero el mapa no está finalizado. Los errores de posición absoluta pueden acercarse a los dos kilómetros. Para corregir las imprecisiones, se irán agregando nuevas imágenes de control.
El objetivo de Messenger es estudiar a fondo el pequeño Mercurio, situado a 58 millones de kilómetros del Sol. Sus observaciones han sido muy útiles para conocer más sobre un planeta al
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arte de la imagen más produnda del Universo / ABC
6- El Hubble se adentra en lo más profundo del Universo: Después de veinte años, el telescopio espacial Hubble sigue dando sorpresas y extraordinarias imágenes. Tras ser reparado, sus lentes consiguieron captar objetos a 600 millones de años después del Big Bang, es decir, a una distancia que ronda los 13.100 millones de años luz de la Tierra. De esta forma, hemos podido ver galaxias que hasta ahora jamás habían sido vistas por ningún ser humano. Además, el instrumento es capaz de recoger rayos de luz en una longitud de onda muy cercana al infrarrojo, lo que permite a los científicos distinguir galaxias en proceso de formación en un universo aún muy joven.
an pasado casi veinte años, pero el telescopio espacial Hubble sigue dando sorpresas. Especialmente tras haber sido equipado, hace apenas unos meses, con una nueva batería de cámaras e instrumentos que garantizan su supervivencia por lo menos durante otra década más. Mientras llega el momento de su definitiva jubilación, aquí está una de sus últimas y extraordinarias fotografías. Las luces que brillan en ella no son estrellas, sino galaxias, cada una formada por miles de millones de estrellas individuales. La imagen es, de nuevo, todo un record. De hecho, es la foto más "profunda" jamás obtenida del Universo en que vivimos.
Los puntos rojos corresponden a las galaxias más lejanas, y por tanto más antiguas. Más brillantes y definidas, las que están más cerca de nosotros, muchas de ellas perfectamente reconocibles por sus formas. Los objetos más alejados que pueden verse en la fotografía nos llevan a "sólo" 600 millones de años después del Big Bang, es decir, a una distancia que ronda los 13.100 millones (trece mil cien millones) de años luz de la Tierra.
El conjunto constituye un documento de un enorme valor para los astrónomos que estudian el cielo sobre nuestras cabezas. Y en él aparecen galaxias que hasta ahora jamás habían sido vistas por ningún ser humano. Para recoger una luz que llega de tan lejos, los objetivos de la Cámara de Gran Angular 3 (WFC3) del Hubble permanecieron abiertos durante cuarenta y ocho horas a lo largo de cuatro días de finales del pasado mes de agosto. El instrumento es capaz de recoger rayos de luz en una longitud de onda muy cercana al infrarrojo, lo que permite a los científicos distinguir galaxias en proceso de formación en un universo aún muy joven.
Prácticamente desde que fue puesto en órbita hace ya diecinueve años, los científicos se han esforzado por llevar a los instrumentos del telescopio espacial a obtener imágenes cada vez más lejanas y profundas del Universo. Y éste es el espectacular resultado de su última actualización. La fotografía se puede ver aquí en alta resolución. Y ya se están preparando cerca de una docena de artículos científicos con lo que se puede ver en ella. Artículos que se publicarñan en el transcurso de los próximos tres meses.
TEXTO 19
El gran ojo que observa desde Canarias: El gran telescopio de Canarias (GranTeCan), en el Observatorio del Roque de los Muchachos en la isla canaria de La Palma, fue inaugurado en julio y se considera la mayor infraestructura científica jamás construida en España. Su gigantesco espejo hará retornar al pasado más remoto y observar los objetos más lejanos en el espacio y en el tiempo, aquellos cuya luz tal vez comenzó su camino hacia aquí hace unos 14.000 millones de años. Su capacidad es muy potente, tanto como cuatro millones de pupilas humanas. Su misión será liderar el estudio de las grandes cuestiones que la astrofísica tiene todavía en el aire, como los agujeros negros y los sucesos posteriores al Big Bang, así como conocer nuevas galaxias, saber cómo nacen las enanas marrones o descubrir planetas extrasolares
Ahora sí. Tras dejar atrás la ansiedad por conocer el nuevo habitante de los cielos canarios, esta mañana fue inaugurado el Gran Telescopio de Canarias (GranTeCan), en el Observatorio del Roque de los Muchachos en la isla canaria de La Palma. Se trata de una nueva infraestructura científica perteneciente al Mapa de Instalaciones Científicas y Técnicas Singulares, en el comienzo formal de cuya andadura estuvieron presentes Sus Majestades los Reyes de España.
Su gigantesco espejo hará retornar al pasado más remoto y observar los objetos más lejanos en el espacio y en el tiempo, aquellos cuya luz tal vez comenzó su camino hacia aquí hace unos 14.000 millones de años. Su capacidad es muy potente, tanto como cuatro millones de pupilas humanas. Su misión es clara: liderar el estudio de las grandes cuestiones que la astrofísica tiene todavía en el aire, como los agujeros negros y los sucesos posteriores al Big Bang —la gran explosión que dio origen al Universo—, así como conocer nuevas galaxias, saber cómo nacen las enanas marrones o descubrir planetas extrasolares.
Se trata, según palabras de la ministra de Ciencia, Cristina Garmendia, de la mayor infraestructura científica jamás construida en España, lo que supone «un paso importante en la consolidación de la ciencia española entre la de los países más avanzados» y «un reflejo de la madurez tecnológica de las empresas españolas para liderar proyectos en el ámbito de la industria de la ciencia».
«Capacidad científica de España»En la misma línea, el Rey ha señalado que la infraestructura supone «una clara demostración de la capacidad científica y tecnológica de España». De igual forma, ha indicado que el amplio y limpio cielo de La Palma «se abre hoy a los ojos del mayor y más avanzado telescopio óptico-infrarrojo hasta ahora construido», que, por su tamaño, calidad y fiabilidad de imagen, «representa un acontecimiento científico de primer orden».
La construcción del GranTeCan ha tenido un coste total de 132 millones de euros, cantidad cuyo 90 por ciento ha sido financiado entre el Ministerio de Ciencia e Innovación y el Gobierno de Canarias, con la contribución de la Unión Europea a través de los Fondos Europeos de Desarrollo
TEXTO 20
El agujero negro más masivo: Es un monstruo con una masa 6,4 mil millones de veces superior a la del Sol. El gigante, cuyo auténtico tamaño fue descubierto por los astrofísicos tras revisar con modelos informáticos estimaciones anteriores, se encuentra en medio de la galaxia elíptica M87 y no tiene un aspecto muy diferene al agujero negro que se encuentra en el centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea. El descubrimiento nos lleva a pensar que quizás otros agujeros negros sean más grandes de lo que creemos.
La galaxia elíptica M87 (también conocida como Galaxia Virgo A, Virgo A, Messier 87, M87, o NGC 4486) es una galaxia elíptica gigante fácil de ver con telescopios de aficionado. Se trata de la mayor y más luminosa galaxia de la zona norte del Cúmulo de Virgo, hallándose en el centro del subgrupo Virgo A (el más masivo de todos en los que se divide el cúmulo).4 La galaxia también contiene un núcleo galáctico activo notable que es una fuente de alta intesidad de radiación de longitud de onda amplia, en particular en radiofrecuencias.5 Puesto que es la galaxia elíptica más brillante cercana a la Tierra y una de las fuentes de radio más brillantes del cielo, es un objetivo popular tanto para la astronomía amateur como el estudio científico. Se ha estimado que la galaxia tiene una masa dentro de un radio de 32 kpc de 2,6 ± 0.3 x 1012 masas solares, el doble de masa que nuestra galaxia.,6 e incluyendo materia oscura puede ser 200 veces más masiva que ésta
En 1918, el astrónomo Herber Curtis del Observatorio Lick descubrió un chorro de materia procedente de la M87 que lo describió como "un curioso rayo recto". Este chorro de materia o jet se extiende al menos 5.000 años luz desde el núcleo de la M87 y está formado por materia eyectada de la propia galaxia, probablemente por un agujero negro supermasivo situado en su centro. Los astrónomos creían que el agujero negro en esta galaxia tiene una masa aproximada de 3200 millones de masas solares,13 pero investigaciones recientes suben ésa masa hasta entre 6400 y 6600 millones de masas solares.14 15 Éste agujero negro está rodeado por un disco de gas caliente, que le alimenta a razón de una masa solar cada 10 años, y se ha sugerido que su posición no coincide con la del centro exacto de ésta galaxia, estando a aproximadamente 22 años luz de él (algo cuyas causas se desconocen y que ha sido atribuido a que M87 hubiera nacido tras la fusión de dos galaxias anteriores con agujeros negros supermasivos en su centro y que al fusionarse estos hubiera acabado allí, ó también a que el jet hubiera propulsado al agujero negro a ésa distancia16 ).
En 2013/08/22 se ha publicado un estudio basado en observaciones realizadas desde 1995 hasta 2008 por diversos especialistas del universo profundo aprovechando las posibilidades del Telescopio espacial Hubble. Han obtenido una serie de películas a intervalos que muestran un chorro de plasma de 5.000 años luz de largo que es expulsado de un agujero negro supermasivo. Ese agujero negro parece que se sitúa en el centro de la galaxia M87. Parece que encontró evidencias que sugieren el movimiento en espiral de ese chorro, creando un campo magnético en forma de hélice que rodea al agujero negro. En la parte exterior del chorro un grupo de gas brillante, al que han llamado “nudo B”, parece que va en zig-zag.17 18
                                                                                 





TEXTO  21
 Agua helada en Marte: A lo largo de 2009 la misión de la NASA encargada de buscar nuevas pistas sobre la presencia de agua en el Planeta rojo ha trabajo como nunca. El hallazgo de pura agua helada cerca de la superficie en algunos cráteres ha llevado a los científicos a concluir que existen capas de hielo enterradas que pueden encontrarse en casi la mitad del planeta. Los investigadores también creen que un amplio océano pudo cubrir gran parte de la superficie en el planeta en el pasado. Ahora, la clave es buscar la presencia de agua líquida, algo que quizás sea posible en 2010. Un planeta con una enorme extensión de valles y la huella de un único e inmenso océano que cubría todo el hemisferio Norte. Así aparece Marte en un nuevo mapa más completo y preciso que han desarrollado científicos de la Universidad Nothern Illinois y del Instituto Lunar y Planetario de Houston (EE.UU.). La técnica utilizada para cartografiar el terreno marciano también revela similitudes entre los sistemas montañosos marcianos y los terrícolas.
Los investigadores han utilizado un innovador programa informático para crear este nuevo mapa global de los valles marcianos que viene a completar el único existente hasta ahora, creado en los años 90. Una de las principales conclusiones del nuevo estudio es que estas redes de valles son hasta 2,3 veces más grandes de lo que se creía. Entre el ecuador y las latitudes de la mitad sur, los valles forman un cinturón muy marcado, lo que, según los expertos, resulta coherente con un escenario climático pasado que incluyera precipitaciones y la presencia de un gigantesco océano cubriendo una gran parte del hemisferio norte de Marte.
Como en la TierraLa red de valles de Marte muestra algunas similitudes con los sistemas de ríos de la Tierra, lo que sugiere que el planeta rojo fue más cálido y húmedo que en el presente. Sin embargo, dado que las redes fueron descubiertas en 1971 por la sonda Mariner 9, los científicos han debatido si fueron creadas por la erosión del agua superficial, lo que apuntaría a un clima con lluvias, o a un proceso conocido como socavamiento por aguas subterráneas, que puede producirse en condiciones de frío y sequedad.   Un detalle del nuevo mapa / Wei Luo
La gran disparidad entre las densidades de redes de ríos en Marte y la Tierra han proporcionado el principal argumento contra la idea de que la erosión por escorrentía formó las redes de valles. Pero el nuevo mapa reduce estas diferencias. Según el profesor de geografía Wie Luo, los valles de amplias regiones marcianas se originaron por la erosión derivada de la escorrentía causada por las precipitaciones, el mismo proceso responsable de la formación de los principales valles de la Tierra. Según apuntan los investigadores, la superficie marciana se caracteriza por planicies localizadas en su mayoría en el hemisferio norte y sistemas montañosos principalmente en el hemisferio sur. Dada esta topografía, el agua se acumularía en el norte, donde las elevaciones superficiales son menores que en el resto del planeta, formando así un océano. «Un océano único en el hemisferio norte explicaría por qué existe un límite austral a la presencia de redes de valles. En estas regiones más al sur de Marte, localizadas lejos de las reservas de agua, existirían pocas lluvias y no se desarrollarían valles. Esto también explicaría por qué los valles se vuelven más superficiales a medida que se va de norte a sur, como sucede en este caso», afirma Luo. El investigador apunta que la mayoría de las lluvias se restringían al área cubierta por el océano y a las superficies de tierra vecinas.



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